viernes, 11 de abril de 2008

La razón al corazón.

- ¿Cómo estás?
- Bien... ¿tú? Que irónico, si somos la misma persona…
- Pues a veces parece que no. Yo no estoy bien.
- ¿Cómo puede ser que yo si y tu no? ¿A qué se debe?
- Es por él.
- ¿Otra vez? Pensé que ya me habías hecho caso…
- No puedo, lo quiero.
- Pero, te hace daño ¿o no?
- Si, mucho. Pero lo quiero, ¿acaso eso no importa?
- Sí, pero mas importa tu bienestar, date cuenta de que él es muy poco para ti. No te valora, no te ciegues más.
- ¿Y cómo lo olvido? ¿Tú puedes ayudarme?
- Lo he intentado. Pero no entiendes o no quieres entender. Debes dejar de pensar en él.
- ¿De eso no te encargas tú?
- Tú eres quien ama, yo solo actúo de acuerdo a tus órdenes, aunque no debería ser así. Yo tengo más criterio, soy más conciente…
- Y si intento que me quiera… ¿crees que lo consiga?
- Debes olvidarlo, alejarlo de ti. Haz como si no te importara, piensa que hay mejores que él. Arráncalo de ti, olvídalo. No pienses en el motivo de tu tristeza y que el tiempo se encargue del resto. Para él será mucho más fácil.
- Es que tú no entiendes, no sabes lo que es amar. No sabes qué es depender de alguien. No tienes idea de lo que significa necesitarlo como al aire para seguir viviendo. Para poder encontrar un sentido a cada día, para seguir sonriendo sin fingir. Para ser como soy sin miedos. No entiendes que es él en mí.
- No te compliques, solo déjalo de querer. No parece tan difícil.
- No hay necesidad de discutir contigo. Lo difícil es lo más bello. Lo fácil es momentáneo. Si luchas por algo, lo consigues y lo mantienes entonces recién ahí sabrás cuanto vale. Créeme y veras, solo espera.
- Nunca estaremos de acuerdo, ¿verdad?
- Me enseñaste que para esto no existen los consejos. Soy yo quien lo ama y aunque no elegí enamorarme de él, no pretendo olvidarlo y no lo haré. Si tengo que seguir extrañándolo como a nadie en este mundo hasta recuperar su amor, que así sea. Pero mientras tanto no me rendiré, ¿Qué sentido tendría entonces todo lo que siento?
- Como digas, pero es por ti que la conciencia y el corazón nunca pensaran igual.
- Tu mismo dijiste que la conciencia es quien obedece, el corazón quien ama. Sólo déjame amarlo, no pierdo nada.
- Algún día me harás caso. Alguien más obstinado, testarudo y ciego que el corazón imposible. Tal vez me gustaría entenderte, me gustaría aprender a amar.
- Eso no se enseña. Si vives, amas.
- ¿Y qué sientes?
- Que lo es todo, que junto a él todo parece no tener importancia. No existe el tiempo, solo piensas en el presente. Todo pierde su valor, solo él te interesa. Cuando vives aprendes a amar... y cuando amas aprendes a vivir.
- Como cuesta aceptar la derrota.


*Corazón
*Conciencia

martes, 8 de abril de 2008

Y no la ultima.


Empezaba a desesperarme. Ya debía haber llegado.
“¿Le habrá pasado algo?” me pregunté una y mil veces. Lo llamé a su celular desesperada pero nada. No contestó
Y yo sola, parada, esperando a alguien que no llegaba. No fue como en todas las películas, una noche de frío con lluvia torrencial. Era verano y hacía mucho calor. Estar estática sin dejar de buscarlo con la mirada aumentaba el estío.
Me había puesto la mejor vestimenta que pude encontrar, abrí mi perfume nuevo e hice todo lo posible por parecer la ‘chica de sus sueños’.
Ya va a llegar” me decía a mi misma.
Lo llamé una vez más...en vano. ¿Por qué no querría verme?
¿Qué le había hecho? Ambos habíamos quedado en vernos ahí, ¿por qué no iría?
Tal vez le había pasado algo, empecé a preocuparme.
Llamé a su casa.
- ¿Aló?
- Si señora, buenas noches. ¿Se encuentra Daniel?
- Ha salido
- Hace cuánto, ¿sabe?
- Hace como 1 hora ya.


Algo no andaba bien. Quizás había tenido una emergencia o algo más significativo que asistir a esta cita.
Decidí entonces llamar una vez más a su teléfono móvil.
Ojala nunca me hubiera contestado, ojala yo hubiera seguido en esa burbuja de utopías. En un mundo lleno de simplicidad. Pero no, existen cosas que te hacen crecer, madurar.
Esta, definitivamente fue la más elemental en mi corta existencia.

Solo escuché carcajadas y unas cuantas palabras…
- Ya contéstale . que te deje en paz de una vez.
Unas cuantas palabras que me enseñarían mucho, que me dolerían mucho.
Y más risas.
- Es que esa ya me tiene harto. Solo era un toque. Ya fue y no entiende.
Él era Daniel. Pero a la misma vez no era el que conocí.
Colgué el teléfono y llegué a mi casa tan pronto como pude. Lloré toda la noche, y toda la semana para ser más explícita.
¿Nunca te haz sentido peor que Nada? ¿Nunca haz creído que no mereces esta vida, o que la vida no te merece?
Si una hormiga me hubiera pisado, no me hubiese sorprendido.


Él había sido el motivo de mi primera decepción.
La primera de muchas otras más.