lunes, 18 de agosto de 2014

Carta al cielo

¿Cómo estás? Te imagino celebrando. Seguro sentado sobre una caja de cervezas, sin miedo a la resaca. Así debe ser allá arriba, ¿no? Tal vez el 'Zambo' Cavero esté a tu lado y no puedas pasar la canción o cambiar de canal para no escucharlo, como habrías hecho acá. Pero mira el lado positivo: con Óscar Avilés ahí puedes oír en vivo la mejor versión de Cariño bonito. Además, los Embajadores Criollos deben estar junto a ti, regalándote el mejor de sus conciertos. Sí, seguro estás bastante entretenido y por eso en estos días no has tenido tiempo para darte una vueltita por aquí. Porque sí sabes que espero impacientemente a la noche para poder soñar contigo, ¿no? Ni modo, tengo toda una vida para esperarte. Eso sí, lo mínimo que puedes hacer es contarme qué tal todo por allá. ¿Te recibió Lolo? ¿ya jugaron una pichanguita? ¿qué tal estuvo ese abrazo con mi tío? ¿la comida es mejor que la de mi abuelita? ¿nos extrañas? ¿estás feliz? 

Por acá todo sigue igual, pero faltas tú. Seguimos en lo mismo de siempre, cada uno en lo suyo, sólo que con unas cuantas lágrimas de compañeras. Ya, son más que "unas cuantas", pero no reclames, es inevitable... te extrañamos, pues. Extrañamos tu carita, tus bromas, tu risa, tu voz. Fue bastante gente a despedirte, ¿los viste? Ya sé que hubieras botado a todos, pero sé comprensivo, todos te recordaban con cariño. Contaban anécdotas divertidas y lloraban entre risas. Todos te quieren y no creo que lo digan sólo porque no estás más. Ya sabes que suele ser así, pero yo pienso que realmente te quieren. Si te conocieron, no hay otra opción.

Cuéntame, ¿se fue el dolor? Sí sé que fue bien difícil, más para ti que para nosotros, pero seguro allá todo lo lindo lo vale, ¿no? ¿tu nueva cama es cómoda? ¿tienes cuaderno para apuntar frases y chistes? ¿te dejan llenar geniogramas, comer muchas mentitas, chocolates y jugo de maracuyá? Dile a mi tío que no te los quite, que son sólo tuyos, como nos decías aquí. Lo peor ya pasó, abuelito. Ya puedes comer otra vez, puedes caminar, hablar, respirar. Ah, oye, aliméntate bien, nada de sólo dulces. Los últimos meses estuviste bien flaquito, y aunque para mí siempre fuiste el hombre más churro de todos, te prefiero gordito, como el día en que bailaste vals conmigo, como en las fotos que ayer vi con mi mami. Ella te extraña mucho, como todos, pero no estés triste. Te prometo que nos volveremos a ver. 

Quería agradecerte por la buena noticia de hoy. Sé que tuviste algo que ver, igual que con el triunfo del sábado. Eres un pesado. Nos hiciste sufrir a todos, pero me enseñaste, una vez más, que de eso se trata, de lucharla hasta el final. De hecho, creo que hay muchas cosas por las que debería agradecerte (otra vez), como para que no las olvides, como por todas las guías y enciclopedias que coleccionaste para nosotras. Las láminas hasta hoy le sirven a Luciano, imagínate. También por responder el teléfono, aunque lo odiabas tanto como yo, sólo para ayudarte con mis tareas. Y mejor aun, por volverme a llamar luego para complementar la información. Oye, en el cielo debería haber teléfono. Seguro te harías el loco para no contestar, pero no sé... extraño tu voz. 

Gracias por disculparme cuando no podía verte por ir a estudiar. "Haz lo que tengas que hacer. Cuando tengas tiempo vienes. Primero eres tú, luego yo", me dijiste siempre, y creo que fue uno de los dos errores que te escuché decir en toda mi vida. No seas loco. Primero siempre fuiste tú, abuelito, siempre tú. 

¿Me prometes que vas a cuidar a mi abuelita? Ella te necesita. Sé que extrañará tus bromas, por más pesadas que hayan sido, tus "chuy" cuando necesitabas algo, tus silbidos para pedirle algún favor, tus críticas a su comida (este es el segundo error. Ella cocina buenazo) y hasta tus celos por Diego Forlán. Estate tranquilo, ella sólo te ama a ti. 

No me dejes, abuelito. No me dejes nunca. Quédate aquí a mi lado. Me acostumbraste a quererte, a creerte, a necesitarte. Y hoy te necesito más que nunca. Te prometo que cada triunfo crema lo celebraré doble y en los campeonatos que me queden por vivir estarás siempre presente. Te mandó un abrazo de los que atraviesan fronteras, y tres besos en la cabeza como los que te di la última noche que te vi. No descanses, abuelito. Descansa del dolor, pero no de vivir. Ríe. Celebra. Festeja. Ya eres eterno.