domingo, 10 de febrero de 2013

No bastó

"Sonríe", le dije. Era la quinta vez que lo decía. Lo sé porque fueron cinco las veces en las que sentí que lo quería, o lo que es peor aun, que sentí ganas de quererlo. "Solo sonríe", le pedí. Pero me escuchaban más las nubes que él. Estaba a mi lado, tan cerca como antes -e incluso un tantito más- pero su alma estaba a años luz de nosotros. "Sonríe", le rogué una última vez. Y ya eran seis. Quería verlo sonreír, quería sentirlo cómodo, sincero. "Yo no sonrío", me dijo, como quien dice "yo no sé perder".

Lo recuerdo impulsivo, traidor, perdido, indeciso, salvador, amigo, confidente; todo a la vez, pero sobre todo lo recuerdo mío. Pienso en él como todo lo que nunca quise, pero no pude evitar. Lo recuerdo como una piedra en el zapato, como una gota de lluvia constante, como un obstáculo, como una herida, como dolor.  No le pedía que se quede, no le dije cuánto lo extrañaba, no lo comprometí. Solo le pedí una sonrisa y él no quiso sonreír. 

Y la vida es así; él, más que nadie, es así. Tan dulce como amargo, tan esperado como inoportuno, tan querido como odiado. Un cigarro más se consume, y ya no sé por qué espero. Yo lo quise como se quiere el invierno, con paciencia, con la certeza de que se irá y volverá. Lo quise cuando otros me quisieron, lo quise en soledad, lo quise en compañía, lo quise con motivos, lo quise como se quiere aquello que debes odiar, lo quise aunque no quería, lo quise porque no debía.

Y yo fui su invierno, también, como un tiempo de espera a lo que vendrá, como un trampolín de suerte, como algo pasajero, como una estación que viene y se va y, aunque vuelva, nunca es igual.
Quise verlo sonreír, por puro antojo, tal vez, por mis ganas de quererlo querer. Quise decirle que lo quería, quise decirle que lo extrañaba, pero faltó valor, faltó tiempo, faltó olvido.

'Sonríe', le dije. 'Te quiero', quise decir.
'Yo no sonrío', me dijo. 'Yo no sé perder', quiso decir.
El silencio se coló, como esas personas que aparecen cuando menos las necesitas.
'Abrázame', dije, para romper la oscuridad de palabras que empezaba a dolernos. Lo miré, sabiendo que una vez más me regalaría un 'no'. Pero con él nunca se sabe, con él nunca sabré. Me abrazó, con nostalgia disfrazada de pena, con cariño pintado de compromiso, con fuerza, con ganas de no soltarme, como abrazas algo que alguna vez fue tuyo, algo que no quieres volver a perder. Y el tiempo se detuvo dos instantes, y la magia le robó sitio al silencio.

Pero no bastó, yo necesitaba una sonrisa, una sonrisa que, a pesar de los intentos, nunca, nunca llegó.

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