Pensándolo bien, no estuvo tan bueno. Te creí hasta las mentiras más tontas, aguanté tus silencios absurdos y tus ganas de sentirte muy hombre por tener a más de una al lado. Pero, ¿sabes?, en realidad no son más que compañía, ninguna es lealtad. Y yo quise serlo, en serio, pero te faltó valor para arriesgar, para querer y para aceptar que puedes hacer feliz a alguien. A una sola.
He decidido no quererte más, aunque deba lidiar con tu mirada a diario. Aunque de vez en cuando los recuerdos me traicionen, aunque tu indiferencia duela, aunque la soledad quiera hacerme creer que aún hay un beso y dos abrazos guardados, en algún rincón, para ti. Pero en realidad ya no hay nada, te lo juro. Ni resentimientos.
Pensándolo bien, no estuvo tan bueno. Pero, aunque duela aceptarlo, tampoco estuvo tan malo. Quise y perdoné, salté y caí, pero también aprendí. Y algo que se transforma en lección no merece ser llamado error.
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